
Desde que murió mi abuela, la última de la línea de mis antecesores no hice más que soñar prácticamente cada noche con que volvían vivos, con que no habían muerto y se me armaba un lío en mi mundo cotidiano. Lo curioso es que no sólo soñaba con mi abuela sino también con mi abuelo, fallecido diez años antes. Me despertaba sin angustia pero preocupada. Una mañana me desperté con la sorpresa de haber tenido un sueño que indicaba que mi inconsciente aceptaba la partida de mi abuela. Esa mañana, justamente, tenía mi sesión de reflexología holística con Pablo y ocurrieron muchas cosas. Le conté entusiasmada mi cambio y un hecho más significativo aún, que apenas me desperté y recordé el sueño sonó el teléfono y el abogado de la sucesión me pidió un papel que oportunamente mi hermano me había dado en custodia, con ese papel se terminaba de reunir lo necesario para iniciar la sucesión. Aquella misma tarde fui a firmar. Mi mundo interno se expresaba en mi mundo externo natural y comprensiblemente. Como yo antes me había quejado ante Pablo que mi tendencia a negar un proceso me hacía mal por eso de no aceptar la partida de mi abuela, él me dio otra lectura y ahí comprendí que mi manera de interpretar los sueños era clásicamente freudiana, tomaba al sueño como un retorno de lo reprimido o como la realización de un deseo, pero ese sueño recurrente contemplado desde la necesidad de mi alma y siguiendo la visión de Bert Hellinger indicaba quizá mi necesidad de tomar la línea de ancestros, tomar en el sentido de ser respaldada, de pertenecer a una especie familiar. Pablo hizo un amplio gesto con su mano para representar a toda una progenie que está a mis espaldas y que me contiene. No se puede avanzar o ir más allá sin ese respaldo y ese respaldo se obtiene cuando se acepta a la familia, cuando no se excluye a nadie. Hace poco más de un año y medio hice mi tercera constelación familiar y pude incluir a mi padre en ella después de muchos años de negación y falta de perdón. Ahora mi alma pedía un cierre y quería incluir a mis abuelos, porque no soñaba sólo con mi abuela sino con los dos, con los fundadores de la familia que me trajo al mundo. Cuando dejé de soñar fue cuando mi alma los incorporó con una reverencia y por eso el mundo tangible se manifestó a través del llamado de un abogado. Por el mismo motivo tantas cosas no logran concretarse en este mundo de tercera dimensión, tantas herencias quedan atascadas y se pierde dinero y bienes porque las almas no trabajaron la relación con sus ancestros. Aceptar, amar e incluir: camino necesario para encontrar la alegría en este mundo en cada uno de nuestros aspectos.