Esta vez vi por televisón abierta la película alemana “La caída” que vi en cine primero y luego en cable. “La caída” muestra los últimos momentos en la vida de Hitler y se desarrolla prácticamente en el interior del bunker en el que Hitler se suicida junto a Eva Braum, convertida horas antes en su esposa. Personalmente a mí la película me fascinó por la reconstrucción de época, por la interpretación de los actores, el clima, el guión, por todo, además siento una atracción muy grande hacia la segunda guerra y el Holocausto.
Un amigo me confesó que no quiso ver esta película porque le habían contado que Hitler estaba representado como un viejito bueno. Yo no creo que sea así. Creo que se ve la faceta de Hitler privada, un hombre amable y atento con las mujeres que lo rodeaban, educado y considerado. Cuesta conciliar esta faceta de una persona que produjo un genocidio espeluznante, aberrante, incluso nos resistimos a creer que eso haya sido cierto, me refiero a la amabilidad de Hitler. La película fue hecha en base a los testimonios de quien fuera su secretaria privada, un personaje importante en la película. Esa es otra historia interesante, la secretaria que aparece al final, la de carne y hueso y no la actriz que la representa, que tenía veintipico de años cuando terminó la guerra, pasó toda su vida con un remordimiento y una falta de perdón hacia su persona por no haber visto la atrocidad en la persona de Hitler. Claro que esta es una película aparte que también vi donde ella cuenta sus experiencias, esta señora murió en el año 2002.
Volviendo a Hitler y sus facetas yo considero que precisamente el que estableciera una forma considerada y amorosa para tratar a unos y otra brutal para tratar a otros, me refiero a los judíos, gitanos y personas desvalorizadas por cuestiones raciales, muestra primero que no era una persona discapacitada emocionalmente, en ese caso podría hasta pensarse en Hitler como un discapacitado afectivo. Pero no, si Hitler conocía esa diferencia es doblemente responsable de lo que hizo en los campos de concentración y de la llamada solución final para los judíos. Esto nos lleva a nuestra personal o particular idea del mal. Pensamos que el malo es malo sin cortapisas, hemos creado entonces un esteriotipo, tenemos una imagen maniquea de la bondad y de la maldad. Porque si alguien representa el mal ese es Hitler, claro que maldad es en su base desconocimiento, del mismo modo que la violencia es el quebrantamiento de la ley del amor, la maldad es el desconocimiento de la condición humana básica. Este reduccionismo sobre la figura de Hitler es lo mismo que la cultura occidental ha hecho con la idea de la muerte; al negar la muerte como parte de la vida vivimos escapando en busca de una belleza que sólo puede ser encontrada en la integración de los opuestos. Vida y muerte son dos lados de una moneda llamada vida, es la danza de Shiva construyendo y destruyendo el mundo. La maldad no existe sin un grado de su opuesto, claro que en el caso de Hitler ese grado ha sido ínfimo pero nos permite construir a un ser completo y no a un esterotipo. Para mí este Hitler privado es un Hitler real y no lo disocio del genocida. Con su gesto de atención hacia las mujeres estaba de algún modo ofendiendo más a los que fueron sus víctimas en los campos de concentración.
Un amigo me confesó que no quiso ver esta película porque le habían contado que Hitler estaba representado como un viejito bueno. Yo no creo que sea así. Creo que se ve la faceta de Hitler privada, un hombre amable y atento con las mujeres que lo rodeaban, educado y considerado. Cuesta conciliar esta faceta de una persona que produjo un genocidio espeluznante, aberrante, incluso nos resistimos a creer que eso haya sido cierto, me refiero a la amabilidad de Hitler. La película fue hecha en base a los testimonios de quien fuera su secretaria privada, un personaje importante en la película. Esa es otra historia interesante, la secretaria que aparece al final, la de carne y hueso y no la actriz que la representa, que tenía veintipico de años cuando terminó la guerra, pasó toda su vida con un remordimiento y una falta de perdón hacia su persona por no haber visto la atrocidad en la persona de Hitler. Claro que esta es una película aparte que también vi donde ella cuenta sus experiencias, esta señora murió en el año 2002.
Volviendo a Hitler y sus facetas yo considero que precisamente el que estableciera una forma considerada y amorosa para tratar a unos y otra brutal para tratar a otros, me refiero a los judíos, gitanos y personas desvalorizadas por cuestiones raciales, muestra primero que no era una persona discapacitada emocionalmente, en ese caso podría hasta pensarse en Hitler como un discapacitado afectivo. Pero no, si Hitler conocía esa diferencia es doblemente responsable de lo que hizo en los campos de concentración y de la llamada solución final para los judíos. Esto nos lleva a nuestra personal o particular idea del mal. Pensamos que el malo es malo sin cortapisas, hemos creado entonces un esteriotipo, tenemos una imagen maniquea de la bondad y de la maldad. Porque si alguien representa el mal ese es Hitler, claro que maldad es en su base desconocimiento, del mismo modo que la violencia es el quebrantamiento de la ley del amor, la maldad es el desconocimiento de la condición humana básica. Este reduccionismo sobre la figura de Hitler es lo mismo que la cultura occidental ha hecho con la idea de la muerte; al negar la muerte como parte de la vida vivimos escapando en busca de una belleza que sólo puede ser encontrada en la integración de los opuestos. Vida y muerte son dos lados de una moneda llamada vida, es la danza de Shiva construyendo y destruyendo el mundo. La maldad no existe sin un grado de su opuesto, claro que en el caso de Hitler ese grado ha sido ínfimo pero nos permite construir a un ser completo y no a un esterotipo. Para mí este Hitler privado es un Hitler real y no lo disocio del genocida. Con su gesto de atención hacia las mujeres estaba de algún modo ofendiendo más a los que fueron sus víctimas en los campos de concentración.
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